Las constituciones en Iridología

Según comentó Paracelso en una ocasión: "No hay conocimiento perfecto a menos que se tenga una comprensión del origen, del principio, y cómo todas las enfermedades del hombre se originan en nuestra constitución. Es necesario conocer nuestra constitución si queremos conocer nuestra enfermedad".

En efecto, la comprensión de nuestras constituciones heredadas es importante en el reconocimiento de nuestras fortalezas y nuestras debilidades orgánicas. Así podemos a su vez entender el camino de la salud y de la enfermedad. Gracias al conocimiento de nuestra constitución individual podemos lograr los objetivos de la medicina natural: la homeostasis, la  desintoxicación de las toxinas actuales y de los miasmas heredados, fortalecer un canal débil de eliminación, reacondicionar nuestros patrones emocionales y volver a conectar con nuestro centro espiritual. Esto allanará el camino para preservar y mantener la salud.

El homeópata Grauvogel dijo que las enfermedades agudas siguen su curso en nuestro organismo según las constituciones corporales; y conociendo nuestras constituciones podremos apoyar a nuestra fuerza vital y encontrar el reequilibrio ante la enfermedad.

Lo que debilita las constituciones

Como explicamos en diferentes artículos relacionados con este tema, la iridología es la ciencia que mejor nos permite conocer nuestra constitución heredada. Tener una constitución hidrogenoide, o biliar, o neurogénica, no significa que necesariamente vamos a enfermar de aquello a lo que estamos predispuestos en un 100%; pero nos permite conocer nuestros puntos débiles y saber con qué debemos tener cuidado.

¿Qué es lo que puede provocar que esas predisposiciones patológicas heredadas se activen?

Lo que debilita las constituciones a través de las generaciones, o lo que nos lleva a que se desate nuestra debilidad constitucional son: las vacunas, los medicamentos, los minerales inorgánicos, el alcohol, traumatismos, emociones extremas, obsesiones mentales, ansiedad extrema, depresión, estrés, la pobreza, el hambre, la guerra, una  vida sedentaria, el envenenamiento por la contaminación química, la radiación y, ¡cómo no!, la mala nutrición.

Sabiendo esto es muy importante que nos alejemos de todo aquello que pueda desencadenar la patología según nuestra constitución. No olvidemos que somos tan fuertes como nuestro órgano más débil. Si tenemos una constitución biliar, entendemos que nuestro hígado o vesícula pueden ser el eslabón más débil de la cadena; de modo que tendremos cuidado para que no se rompa la cadena por ese eslabón. A ese eslabón lo mimaremos. Evitaremos por lo tanto, los fritos, los alimentos grasientos, etc.

¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra constitución y evitar las enfermedades?

Lo que refuerza las constituciones a través de las generaciones, o lo que nos lleva a superar nuestras debilidades constitucionales son: la vida natural, el ejercicio, buena nutrición, el aire fresco, la medicina holística, las leyes correctas del vivir, la homeopatía, la fitoterapia, flores de Bach, la moralidad, la pureza, la sencillez, una estilo de vida equilibrado, la purificación regular, las actitudes de la mente y el espíritu que nos permiten aceptar la vida y sus altibajos sin reacciones extremas. Sí, si seguimos esto durante nuestra vida; incluso si siguiéramos esto durante generaciones, nuestra constitución, cada generación, mejoraría y su eslabón más débil se fortalecería.

Clasificación de las constituciones en la Iridología

Según los grandes iridólogos del pasado, el iris, por el color y las estructuras de sus fibras, nos indica que existen tres principales constituciones, que a su vez pueden tener varios subcategorías.

Por el color del iris las constituciones son:

Por la estructura o forma del estroma del iris (las fibras que lo forman):

Por las acumulaciones en el iris

Otros autores hilan más fino todavía y hacen más subtipos de estas constituciones. Por otra parte, tenemos que tener en cuenta que no siempre encontramos estas constituciones en estado puro, sino mezcladas entre sí. El caso es que sin duda, todos nacemos con una clara predisposición hacia ciertos patrones de enfermedad. Sin embargo, lo más curioso de todo es que como nuestro organismo es uno solo (físico y emocional) nuestras actitudes, emociones y cierto patrón de pensamiento y de actuación también vienen unidos a nuestra constitución.

El iridólogo, y cualquier persona, sin duda, tienen a su alcance una herramienta maravillosa para conocernos y para guiarnos hacia el camino de la salud y el bienestar. Es difícil encontrar otra disciplina médica tan interesante y que nos aporte tanta información sobre nosotros y nuestros pacientes como la Iridología, sin ser invasiva.

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