Enfermedades del hígado - Sus funciones

El hígado es el órgano más grande del cuerpo después de la piel (si a esta la consideramos un órgano). Pesa entre un 1,5 y 2 kg en el hombre y algo menos en la mujer.

En los niños recién nacidos el hígado pesa unos 150 g, y es mayor en proporción con el tamaño total del cuerpo.

El hígado está localizado en el cuarto superior derecho del abdomen, debajo del diafragma, y tiene dos lóbulos principales, el derecho y el izquierdo que es más pequeño y que cruza la línea de demarcación y se apoya sobre el estómago.

Estos dos lóbulos se dividen en lóbulos menores, en los que hay pequeños vasos sanguíneos que desembocan en la vena hepática. Esta vena lleva la sangre a la vena cava inferior, vena que conduce la sangre a la mitad inferior del cuerpo. Además el hígado posee un canal para recoger la bilis que se origina, y sale del lóbulo en dirección opuesta.

Funciones del hígado

El hígado tiene numerosas funciones, y es el mayor procesador químico del organismo. Es el órgano que debe tratar las sustancias tóxicas tanto internas como externas del organismo.

Además de estas funciones se ocupa de la descomposición de elementos químicos complejos; otra de su función es la de síntesis de moléculas proteicas. El hígado es un depurador de las toxinas del organismo, desactivando hormonas y drogas. Las células de Kupffer del hígado limpian al organismo de organismos infecciosos que vienen del abdomen.

Para cumplir con estas funciones el hígado necesita un suministro de sangre de 1,5 l/min. Todo este suministro sanguíneo llega al hígado a través de la vena porta, procedente del intestino y de la arteria hepática.

Antes de nacer un bebé, y algunas semanas después del nacimiento, el hígado forma glóbulos rojos y blancos. Incluso si un adulto tiene problemas con la producción de sangre, el hígado puede volver a recuperar su antigua función de formador de sangre.

Función detoxificadora de hormonas y medicamentos

Cuando una persona produce o consume sustancias tóxicas endógenas o exógenas, el hígado es el encargado de modificar esas sustancias biológicamente activas  para que pierdan su efecto biológico. En otras palabras el hígado es el órgano detoxificador por excelencia. Un ejemplo de esto lo tenemos en el alcohol. El alcohol tiene que se detoxificado en el hígado. Esto explica porqué el consumo excesivo de alcohol daña las células del hígado.

Un ejemplo de lo que puede ocurrir cuando el hígado enferma lo tenemos en el aumento de hormonas como la aldosterona y estrógeno. Si el hígado está enfermo ya no puede neutralizar correctamente estas hormonas. La aldosterona tiene la función de mantener el correcto nivel de sal y de líquidos en el organismo. Cuando se produce una enfermedad hepática, aumenta la actividad de la aldosterona y provoca la hinchazón de los tejidos y la retención de agua.

Por otra parte, el exceso de estrógeno (hormona femenina) lleva al desarrollo de rasgos femeninos en hombres con enfermedades hepáticas, como por ejemplo la ginecomastia (desarrollo del tejido del pecho).

En el caso de los medicamentos también hay que tener un especial cuidado cuando el hígado está enfermo, ya que no tiene la suficiente capacidad para detoxificar la toxicidad que produce en el organismo ciertos fármacos.

El hígado y el glucógeno

Tarde o temprano los elementos nutritivos que el cuerpo recibe gracias a la alimentación y digestión pasan por el hígado. De la glucosa absorbida por el intestino el hígado fabrica glucógeno, y si hay un exceso de glucosa se transporta a las células adiposas del cuerpo para que se acumule como grasa. Por otra parte, la grasa que viene de los intestinos al hígado se utiliza con diversos fines; uno de estos la fabricación de colesterol, necesario para la elaboración de hormonas.

El hígado y las proteínas

El hígado se encarga de elaborar un buen número de proteínas. Pero el hígado hace más que elaborar proteínas de los aminoácidos que proceden del intestino, también descompone los aminoácidos no deseados y los transforma en otros que el organismo más tarde si pueda necesitar.

Sabemos que lo que diferencia a las proteínas de los hidratos de carbono y de las grasas es que las proteínas en su composición contienen nitrógeno. Como el hígado tiene esta función de elaborar proteínas a través de los aminoácidos que le llegan del intestino, en este proceso se forma nitrógeno libre en forma tóxica, amoniaco. Pues bien, el hígado lo transforma en urea para después llevarlo a la corriente sanguínea donde los riñones terminarán de filtrarlo y eliminarlo.

En este brevísimo repaso de algunas funciones del hígado notamos la importancia de este órgano vital para nuestra salud. Para su correcto funcionamiento es preciso que la estructura básica del hígado no esté alterada, de modo que los hepatocitos cumplan correctamente su función.

Enfermedades del hígado

El hígado y el alcohol

Al hígado le da igual que tipo de alcohol se consuma, sea cerveza, vino o whisky. Metaboliza el 95% del alcohol que se ingiere.
La primera fase de enfermedad hepática por consumo de alcohol es el incremento de grasa en las células del hígado. El hígado graso tiene un aspecto grande y amarillo, pero gracias a que el hígado es un órgano con un gran poder de recuperación, si se deja de beber alcohol, el hígado puede volver a la normalidad.

Una segunda fase de enfermedad hepática por consumo de alcohol lo tenemos en la hepatitis alcohólica aguda. Por hepatitis se entiende la inflamación de las células hepáticas que puede llegar incluso a la muerte de estas células. Si se llega a esta fase el hígado es, por lo general, grande y blando. Entre los síntomas del paciente son: malestar, estado febril y a menudo se pone amarillo. En algunas ocasiones se puede desencadenar una encefalopatía hepática, es decir, el hígado falla por completo y aparece el coma.

La hepatitis alcohólica aguda puede llevar a una cirrosis hepática. Se puede llegar a esta situación sin que se presenten síntomas muy visibles, pero al final aparecerá el típico color amarillo de la piel causado por la ictericia, y las funciones del hígado empezarán a fallar.

Cirrosis hepática

Sabemos que el hígado tiene una gran capacidad de autocuración ante sus enfermedades, pero con la cirrosis hepática el problema se agudiza. La razón es que en la cirrosis hepática se forma por toda la estructura del hígado una fina red de tejido cicatrizal (fibrosis). Esta cicatrización fina divide las células del hígado en pequeñas islas o nódulos. Hemos señalado antes que es muy importante para la salud del hígado que se mantenga su estructura celular de forma regular, pero la fibrosis de la cirrosis provoca una interrupción permanente de esta estructura, la cual provoca la pérdida de la función del hígado.

Cuando se presenta una cirrosis hepática suele aparecer una complicación común: aumento de la presión de la vena porta. Los nódulos del hígado obstruyen los afluentes de la vena hepática e incrementan la resistencia al fluido sanguíneo, y por tanto elevan la presión de la vena porta.

Debido a esta hipertensión portal la sangre no fluye por el hígado de forma normal, de manera que la sangre se abre otros caminos para conseguir que la sangre de los intestinos vuelva al corazón por otras vías. Esto provoca toda una cascada de problemas. Estas venas agrandadas que se forman son anchas y de paredes finas. Suelen aparecer en el revestimiento del estómago, donde se denominan varices esofágicas. Otro problema es que debido al aumento de presión el bazo aumenta de tamaño. Pero el mayor peligro es que este tipo de venas se pueden romper, en especial las del esófago. Cuando sucede esto se produce una hemorragia a menudo difícil de solucionar, y la tasa de mortalidad por la hemorragia de varices esofágicas es muy alta.

Síntomas de la cirrosis hepática

Al principio la enfermedad es silenciosa sin dar síntomas durante meses o años. Las células hepáticas se están lesionando de forma silenciosa y lenta. Después aparecen los primeros síntomas:

  • Falta de apetito
  • Náuseas ante los alimentos grasientos
  • Estreñimiento acompañado de diarreas
  • Desarrollo anormal de gases en el intestino
  • Decaimiento y pérdida de peso
  • Síntomas claros de la cirrosis hepática
  • Después de estos primeros síntomas encontramos los síntomas más graves:
  • Adelgazamiento
  • Aumento del volumen del vientre provocado por el derrame del líquido ascítico en la cavidad abdominal (hasta 15-20 litros).
  • Reducción del tamaño del hígado
  • Engrosamiento del bazo
  • Ictericia
  • Prurito
  • Hemorragias frecuentes por roturas de venas esofágicas y gástricas, etc.

Posteriormente aparece:

  • Insuficiencia cardiaca y renal
  • Y si el enfermo no ha fallecido ya, infecciones intercurrentes (pulmonías, septicimias, etc.)

Insuficiencia hepática

En algunas ocasiones las células del hígado están sometidas a un gran estrés, lo que provoca una gran destrucción de hepatocitos. Esta situación produce una insuficiencia de células hepáticas que lleva a una alteración de las funciones del hígado. A esta deficiencia técnica de las funciones del hígado se la conoce como insuficiencia hepática.

Muchos casos de insuficiencia hepática tienen su origen en la hepatitis vírica, aunque sólo más o menos un 1% de esas infecciones acaba en insuficiencia hepática. Lo más común es que se produzca este problema al final de hepatopatías crónicas debidas a una infección provocada por una hemorragia gastrointestinal, un medicamento o el alcohol.

La insuficiencia hepática provoca una acumulación de productos tóxicos en el organismo ya que el hígado no puede cumplir bien con su misión detoxificante. Entre estos productos que aumentan está el amoniaco, el cual interfiere con las funciones del cerebro; y el paciente se queda amodorrado y luego pasa al coma. Mientras está amodorrado, se encuentra confuso y le temblarán las manos con lo que se llama temblor de aleteo.

Otro problema que produce la insuficiencia hepática es que el nivel de azúcar en sangre desciende, ya que el hígado no produce glucosa de forma normal. Como consecuencia se producen infecciones, los riñones empiezan a fallar y el cuerpo retiene líquidos. Como el hígado tiene la misión de producir sustancias coagulantes de la sangre, cada vez se hace más propenso el organismo a las hemorragias incontroladas, que pueden llevar a la muerte.

No olvidemos que el hígado tiene una gran capacidad de regeneración. Ante una insuficiencia hepática el hígado puede volver a recuperar su normalidad si ha sido provocada por una hepatitis vírica; incluso si las células del hígado se destruyeron durante la enfermedad.

La diferencia entre una insuficiencia hepática súbita y una cirrosis es que la estructura básica del hígado no se altera en la insuficiencia hepática. De modo que cuando las células del hígado se regeneren volverán a tener la estructura idónea para el normal funcionamiento del hígado.

Hepatitis A y B

Muchos virus son capaces de atacar al hígado y de producir como consecuencia la inflamación del hígado, es decir una hepatitis.
El más común es el llamado virus de la hepatitis A, pero hay otros como el de la hepatitis B, C, etc.

El virus de la hepatitis A es un diminuto virus de ARN que normalmente es transmitido por enfermos a través de la comida o la bebida infectadas. Se ha observado que los casos aumentan en otoño, y los más infectados suelen ser niños y jóvenes.
Hay un período de incubación de dos a siete semanas ente el contacto con el virus y la aparición de la hepatitis. Antes de aparecer los síntomas se suelen excretar por los infectados un gran número  de virus en las heces, y esto puede provocar que se transmita la enfermedad a otros antes de que se den cuenta de su enfermedad.

Los pacientes con hepatitis A no desarrollan enfermedades hepáticas crónicas ni se convierten en portadores crónicos.

La hepatitis B

La hepatitis B, también llamada hepatitis serosa, la provoca un virus de ADN mayor que el de la hepatitis A. El contagio en este caso se produce a través de productos sanguíneos o secreciones.

La saliva, el semen, las lágrimas, secreciones vaginales, jeringuillas contaminadas, la leche materna y las transfusiones de sangre puede transportar el virus de la hepatitis B. El virus puede ser transmitido por un beso y por relaciones sexuales.

Un problema asociado a la hepatitis B es que el paciente una vez infectado puede transportar el virus y puede infectar de por vida.
El período de incubación de la hepatitis B es más largo que el de la hepatitis A.

Los síntomas de la hepatitis B

Durante la primera semana el paciente se siente mal, cansado, mareado y con dolores articulares. Se suele presentar un desagrado por las comidas grasientas. Tras una semana, el paciente puede que se sienta mejor, pero aparece la ictericia y el hígado puede llegar a estar blando al tacto. La ictericia se aprecia en el blanco de los ojos y en las palmas de las manos.

Al hacer un recuento sanguíneo aparecerá un aumento de bilirrubina y de las enzimas hepáticas (transaminasas).

Por lo general, un 1% de los pacientes de hepatitis B mueren de insuficiencia hepática aguda, debido a la mayoritaria destrucción de células hepáticas. Otros enfermos de hepatitis B se convierten en portadores crónicos del virus o desarrollan una enfermedad crónica del hígado.

Temas relacionados
Hígado - Dolor de hígado - Hepatitis. Síntomas. Tratamientos de Medicina Natural (67 comentarios)
Homeopatía para el Hígado (1 comentario)

Comentarios

Añadir nuevo comentario

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.