Aceite de Pescado (omega-3) y los metales pesados y PCB

La investigación en apoyo de la dieta con ácidos grasos omega-3 (como por ejemplo en los aceites de pescado) inunda la literatura científica.

Esto es perfectamente predecible dado nuestras raíces genéticas. La naturaleza nos enseña a comer los alimentos crudos y naturales, de modo que se consume grandes cantidades de ácidos grasos omega-3 cada día. Pero hoy, con el consumo excesivo de alimentos procesados (cereales ) y las dietas absurdas puede que haya un déficit de estos ácidos grasos.

En su lugar, han aumentado dramáticamente el consumo de ácidos grasos omega-6. Aunque estos también son esenciales en la dieta, el exceso de éstos da como resultado una respuesta pro-inflamatoria que se encuentra en la base de una mezcla de enfermedades modernas degenerativas como la artritis, enfermedades autoinmunes y enfermedades del corazón. La dieta natural debe tener una proporción de ácidos grasos omega-6 y omega-3 de alrededor de 1:1, nunca mayor de 5:1, pero hoy en día en algunos casos va a más de 20 o 30 a 1 ¡Sin duda un problema!

Las toxinas del pescado y las dietas de adelgazamiento

Ciertos tipos de pescado, algas, algunas verduras, carnes alimentadas con pasto, carnes de caza, huevos, semillas de lino y poseen una buena cantidad de ácidos grasos omega-3. La variedad es siempre importante. Cualquier alimento puede contener toxinas, y en especial el pescado de alta mar; por lo que la variación en la dieta le da al cuerpo la oportunidad de desintoxicarse.

Por ejemplo, el pescado puede contener mercurio metílico, toxinas y los PCB (bifenilos policlorados), debido a la era industrial que contamina los ríos y mares. Estos tóxicos son lipofílicos (aman la grasa) y por lo tanto, están presentes en los aceites de pescado y luego tienden a acumularse en nuestros depósitos de grasa cuando se consumen.

Esto es un punto a tener muy en cuenta en las dietas de adelgazamiento, ya que cuando las personas pierden grasas, las toxinas lipofílicas (o metales pesados), que se encontraban en sus depósitos de grasa, al quedar sueltas pueden intoxicar el cuerpo, creando potencialmente un shock tóxico. Esto no es una excusa para no adelgazar, sólo una advertencia sobre el peligro de la pérdida de peso rápida de ciertas dietas radicales o las clásicas dietas yo-yo.

Esto también es motivo de especial preocupación para las madres embarazadas y lactantes ya que estas toxinas pueden transferirse y se acumulan en el feto, aumentando el riesgo de anomalías, enfermedades y debilidades.

Aumentar la cantidad de omega-3 no es fácil y requiere un cambio de mentalidad en los hábitos alimenticios. Los organismos oficiales recomiendan una dieta alrededor de 0.65g/día de omega-3 (EPA, DHA) para las mujeres embarazadas y lactantes; aproximadamente 1 g para las personas con riesgo cardiovascular (estos datos son conservadores ya que en la naturaleza, naturalmente, se consume mucho más).
Para obtener el nivel 1g/día, habría que consumir 210 g de atún enlatado en aceite o consumir 50 g de salmón atlántico de piscifactoría. El tipo de pescado es importante, las especies de aguas frías tienen las mayores concentraciones de omega-3.

Otros pescados, como el pez espada, tiburón, caballa y los filetes de atún aumentan el riesgo de exposición al mercurio. Hay que tener en cuenta que la ingesta de PCB va paralela al consumo de pescado.

Los suplementos dietéticos  de omega-3 varían ampliamente en el contenido de estos ácidos grasos ya que van desde el 50% al 150% de lo que señala la etiqueta. Los suplementos pueden también contener mercurio y PCBs.

Los ácidos grasos omega-3 son muy frágiles y fácilmente se puede convertir tóxicos sí se exponen al calor, la luz, el aire y el agua. Por lo que los suplementos deben ser elegidos cuidadosamente y almacenarlos correctamente.

Nuestra sensación es que el riesgo de las toxinas que contienen los ácidos grasos omega-3 es menor que el riesgo de no consumir los omega-3 en la dieta. Por ejemplo, la concentración de PCB en los suplementos oscila entre 2% y el 43% de los niveles recomendados de seguridad. Si ciertos pescados son la principal fuente de omega-3, la variedad en el consumo es lo que va a disminuir el riesgo.

La clave es la Educación para la Salud, ésta le ayudará a volver a sus raíces en lo relacionado con la dieta; es decir a consumir alimentos naturales, crudos y frescos tanto como sea posible y algún suplementos nutricional lo más biológico posible de vez en cuando.

Tenga también en cuenta que si consume ácidos grasos omega-3 es importante consumir una buena cantidad de alimentos antioxidantes para proteger a estos ácidos grasos frágiles. Los suplementos deben ser elegidos cuidadosamente, estar protegidos de la oxidación, incluso mantenerlos congelados hasta que se consuman si va a pasar mucho tiempo.

En conclusión, los omega-3 no son ningún nuevo descubrimiento científico. Son sólo parte de la dieta a la que estamos genéticamente programados para consumir. Si no nos hubiésemos desviado tanto de nuestro diseño original en los hábitos alimenticios, los ácidos grasos omega-3 no serían ningún nuevo descubrimiento.

Esta es otra lección a la que prestar atención. Nuestro diseño natural nos ofrece la mejor esperanza para la prevención y la salud óptima.

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